Dicen que la zona de la boca es a los 40 como el contorno de los ojos a los 30. Y es que si las treintañeras concentran, por lo general, toda su atención en contabilizar cada nueva pata de gallo y medir el incremento en la profundidad de sus ojeras, las cuarentañeras se ven obligadas a diversificar y añadir una nueva área de supervisión dentro de sus indagaciones antienvejecimiento. A partir de los 40 toca fijar la vista también un poco más abajo: en todos esos síntomas que empiezan a hacer acto de presencia en torno a la boca, atacando la juventud de esa región que los especialistas llaman tercio inferior del rostro y que abarca desde justo debajo de la nariz hasta mentón.
Porque no se trata sólo de la boca tal cual: más al1á de los labios, en sus alrededores, empieza un proceso que no sólo implica aparentar más edad sino que puede suponer un cambio de expresión general «El primer sintoma es la aparición del rictus o surco nasoqeniano, que indica el comienzo de la caída de la mejilla», explica el cirujano plastico, experto en rejuvenecimiento facial, Juan Peñas, (Madrid, tel. 915 628 382). Lo siguiente es la arruga mentoniana, «esa depresión o pliegue que se forma bajo la comisura de la boca» y finalmente vienen «las líneas labiales o código de barras y el afinamiento o pérdida de grosor y textura del labio superior»