El paso de tiempo es inevitable, un reloj implacable afecta nuestra apariencia que en muchos casos se encuentra lejos de reflejar nuestra verdadera condición interior. Un estudio sociológico realizado hace un par de años en Reino Unido, demostró que muchas personas llenas de vitalidad y fuerza en su interior, sentían como al aparentar una cierta edad, dejaban de ser escuchadas con la misma relevancia y perdían poder en la toma de decisiones, principalmente en el mundo laboral al optar a nuevos puestos de trabajo, liderar un equipo, llegando incluso a veces a afectar también el ámbito personal y familiar. Y es que aunque tengamos una edad interior de treinta años si aparentamos setenta, las personas de nuestro entorno, nos tratarán como tal.
Hemos de ser consientes que la juventud pasa volando y que nos encantaría tener la apariencia que teníamos hace al menos unos 10 o 15 años, pero obviamente dentro de un marco natural, sin perder nuestros rasgos identificativos y manteniendo en todo momento una expresión propia y natural. Si lo pudiéramos firmar, con esa sola premisa nos conformaríamos gratamente la mayoría de las veces.
Para resolver esta situación hay que valorar primero que se puede hacer en cada caso, cual es el problema de cada paciente, porque no es lo mismo una cara de cuarenta años que una de sesenta, por bien cuidada que esta última se encuentre. Tener la capacidad de ver cómo se encuentra distribuida su volumetría, entender la dinámica del envejecimiento y evidenciar claramente cuáles son las zonas más castigadas por el paso del tiempo, es la clave para llegar a un diagnóstico acertado y entonces de esta forma aprovechar todas las herramientas disponibles para ofrecer el mejor tratamiento.
En los casos que haya que corregir una sola zona de la cara, con discreto descolgamiento facial o cuando tenemos a un paciente que prefiere una estrategia conservadora, deberemos plantear el tratamiento con medicina estética, rellenos, laser, etc. Advirtiendo claramente eso sí, que estos logran un efecto temporal y que suele ser necesario realizar terapias de mantenimiento. Si por el contrario lo que se desea es un efecto permanente, tratar varias zonas o unidades estéticas de la cara o realizar una corrección más duradera y natural, lo recomendable podría ser la indicación oportuna de un tratamiento quirúrgico.
Como es lógico pensar cada caso es diferente, por lo que sería un error plantear exactamente las mismas estrategias de tratamiento a todos los pacientes. Sin embargo la norma general recomienda siempre empezar por corregir los problemas más importantes y evidentes. Para ello tenemos tratamientos quirúrgicos únicos o múltiples que podrían resolver varios problemas en la misma intervención y desde luego distintos niveles de tratamiento según se pueda favorecer cada caso en particular, como por ejemplo el lifting completo versus el minilifting.
En ocasiones la línea divisoria que establece el cirujano para decantarse por una u otra técnica es muy fina y es aquí donde entra en juego la casuística y la experiencia que tenga en su haber. En cualquier caso la decisión final siempre debe ser consensuada con el paciente, ya que el hecho de conocer las expectativas antes de la cirugía, los por menores de la intervención quirúrgica, el postoperatorio, la recuperación y el regreso a la vida normal, serán definitivos para elegir la técnica más apropiada.
El minilifting consiste en disminuir el tamaño de la incisión y disección quirúrgica limitando su extensión lo máximo posible, pero sin dejar de ofrecer resultados duraderos y adecuados. Esta técnica es ideal en casos leves o moderados de flacidez y/o exceso de tejidos. En casos más severos donde es mandatorio realizar un reposicionamiento de los tejidos subcutáneos, como por ejemplo devolver su sitio al sistema músculo aponeurótico o a la grasa subcutánea, etc. o cuando existe una ptosis tisular o un exceso de tejidos muy marcada, puede ser más conveniente la realización de un lifting completo aunque esto implique un mayor tamaño de incisión quirúrgica.
Ambas técnicas comparten algunas características como por ejemplo, la necesidad de utilización de anestesia general y un postoperatorio de al menos un día de ingreso hospitalario postquirúrgico, con el objetivo de obtener una recuperación más adecuada y disminuir los riesgos del periodo postoperatorio inmediato. Una vez superadas las primeras 24 horas tras la cirugía, se realizará un seguimiento ambulatorio estricto durante las dos primeras semanas.
Este periodo implica un proceso inflamatorio que dificulta valorar adecuadamente los resultados estéticos de la intervención, por lo que es el momento de curarse y cuidarse, sin esperar ver prematuramente los resultados de la cirugía. Este periodo es indispensable para optimizar los resultados, mediante la educación del paciente respecto a unos cuidados postoperatorios muy definidos, sencillos y fáciles de poner en práctica, de cara a optimizar el resultado y acelerar la reincorporación a la vida habitual.
Por todo ello cuando se esté pensando en plantear un tratamiento quirúrgico con las características de un lifting o un minilifting para mejorar la imagen facial, es de vital importancia acudir a un centro certificado y abalado por sociedades científicas nacionales, donde profesionales debidamente homologados, formados y habituados a la realización de estas técnicas, estén a la altura de ofrecer un tratamiento seguro, natural y con los mejores resultados posibles. Como se ha mencionado previamente para decidir si una persona es subsidiaria de un lifting o de un minilifting, es importante tener muy en cuenta los deseos, la opinión y las expectativas del paciente, pero resulta imprescindible escuchar el consejo del cirujano.
En conclusión el minilifting es una intervención segura cuando es realizada por un equipo de profesionales cualificados como los de la Clínica Peñas. La demanda de este procedimiento se ve incrementada conforme aumenta la expectativa de vida en la sociedad, así como las exigencias sociales para mejorar o mantener una apariencia excelente. Los resultados suelen ser gratificantes y naturales, elevando la confianza y autoestima de quien se somete a este tratamiento.
Dr. M. Avellaneda. Cirujano Plástico en Clínica Peñas, Madrid